23 abril 2006

Nuestro Abuelos


LOS VIEJOS
(Fernando Ubiergo)

Los viejos son niños avergonzados
que a la plaza vuelven a buscar el sol
y entretienen a un grupo de palomas
mientras pasa la vida alrededor.
Los viejos van, andando las veredas
meditando el invierno que vendrá,
demorando el paso hasta que anochezca
y así volver a casa sin molestar…
Y saben que la vida no es tan larga
y miran el futuro para atrás…
los viejos tienen miedo a su verdad

Los viejos son la vida
que se escapa apoyada en un bastón,
los viejos son manada en retirada
del espejo y del reloj…
y sienten en la boca un sabor que les provoca
decir que el tiempo de antes fue mejor
y guardan la tristeza… en el corazón…

Los viejos son siluetas transparentes,
mirada ausente, profetas del adiós
que a la iglesia van a rezar despacito
para que escuche solamente el señor.

Ellos guardan en papeles amarillos,
compromisos que el tiempo jubiló…
y hacen fila, para recibir migajas
que la patria les devuelve por favor

Hay un tema que me preocupa y ocupa enormemente, y es lo que nos ocurre en la etapa de la vejez.

Los que tenemos la suerte de vincularnos con personas adultas, sabemos que es una etapa compleja, no solo para quien entra en ella, sino para quienes rodean al adulto mayor. Estas dificultades se relacionan con distintos aspectos, que van desde la diferencia de edad que para algunos lo hace complejo en términos comunicacionales, ya que obviamente con los adultos los temas de vida que nos aquejan no son los mismos.

En este sentido el adolescente, adulto joven y adulto medio, tienen distintas tareas y objetivos de vida que les son distintos, y en el adulto mayor, esta no es la excepción.

¿Pero que podemos hacer frente a estas diferencias generacionales?
¿Cómo hacer que estas diferencias no se transformen en barreras que nos impidan el contactarnos y atender emocionalmente a nuestros abuelitos?

Estas preguntas están constantemente dando vueltas en mi cabeza, y siento que lo único que nos salva de esta distancia es una relación basada en el amor y en un respeto profundo por la etapa que esta atravesando el adulto mayor.

En la actualidad los ideales de belleza, de éxito, de eficiencia, están lejos de vinculárseles a la etapa de la vejez, sumado a ello la dificultad real que encontramos socialmente de reconocer y aceptar esta etapa como una más en el andar por esta vida. La vejez, la asociamos con deterioro, enfermedad, soledad, inhibición motora y muerte.

Y si bien es cierto que estos aspectos están presentes, hay otros que también lo están y que imprimen de belleza la etapa de la vejez, como la experiencia lograda, la vuelta o la mirada nuevamente a la familia, a los lazos afectivos construidos, al legado que se deja, y a la necesidad urgente de ser reconocidos y aceptados.

Respecto a esto último cuantas veces no me he visto a mi misma, dando calmantes, anestésicos frente al notable deterioro, y paso del tiempo: “ Si usted esta mejor que nunca”, “ los años no pasan en usted”, “Como es eso, de que le queda poco tiempo..”, etc, etc, etc,.

Siento y pienso que estos anestésicos maniacos que les damos a nuestros adultos mayores, son con la mejor de las intenciones, sin embargo en este calmar o tapar el sol con un dedo, caemos sin querer en la negación de lo está vivenciando el otro, de esta forma no damos cabida a la escucha activa, amorosa y comprensiva de lo que ellos “los adultos mayores” sienten y piensan.

¿Y porque no hablar de la muerte, porque no verbalizar lo que nos ocurre frente a ella y lo más importante porque no otorgar ese espacio a nuestros abuelos para que manifiesten su sentir respecto a ella?

En lo personal siento que no otorgar ese espacio, es caer en un egoísmo altruista, mal enfocado. Digo egoísmo altruista, porque el tema lo evitamos para hacerle creer al otro, que no es cierto lo que esta sintiendo. Pero también es cierto que lo hacemos por el propio temor que nos genera la muerte. La sensación de vació, de “nada”, es algo que en general nos aterra.

Según Frankl "el hombre no llega a ser realmente hombre y no llega a ser plenamente él mismo sino cuando se entrega a una tarea, cuando no hace caso de sí mismo, se olvida de sí mismo al ponerse al servicio de una causa o al entregarse al amor de otra persona".

Y es esa entrega incondicional hacia nuestros mayores, y el olvido, aunque sea por un momento de nosotros mismos , es la que quizás nos pueda salvar de la distancia y aplanamiento afectivo.

Eric Ericson, llamó a la etapa de la adultez mayor : “Integridad v/s desesperación”, la cual implica tareas que nuestros adultos mayores deben realizar para atravesar sanamente esta etapa. Estas tareas básicamente se resumen en:

1.- La aceptación como personas que hicieron lo mejor que pudieron hacer, haciéndose merecedoras del amor, aún cuando no fueron perfectas.

2.- Aceptar la cercanía de la propia muerte como fin inevitable de la existencia de la vida.

Quien ha fallado al tratar de resolver la crisis "teme desesperadamente a la muerte, expresado en el sentimiento de que el tiempo es ahora corto para volver a comenzar otra vida y buscar caminos alternativos hacia la integridad.

Por lo tanto, nuestra tarea como cercanos a los adultos mayores es favorecer el transito por esta etapa, evitando la negación y la evasión la cual no favorece en nada.

"No siento pena por mí, ahora que me voy.
No tengo miedo a la muerte. Solamente tengo miedo de vivir
así"